Lo haces por y para, lo se.
Lo he sentido, son esas cosas que no se dicen, que se intentan disimular. Que parecen que no.
Pero rotundamente si.
Y duelen.
Y pasan factura.
Y te clavan en invierno, aunque sea demasiado tarde.

En el primer banco empezando por la derecha, en el último donde el único rayo de sol que queda de la larga tarde se asoma por las ramas de los árboles.
No importa mucho, miércoles, domingo...junio.
Y es que de banquitos esta la vida llena, en los jardines mas recónditos...con las lunas mas llenas.
Esta pasando el año y me siento más entera.
Llena de luz, llena de estrellas.
Y es que ha llegado verano y he tenido que soltarte de la mano.

Entenderás porque.

He visto que entre los domingos tienes cuatro verdades que decirme, pero has dado media vuelta.
Se que te gustaría estrujarme el pecho hasta conseguir que no le quiera.
Se que te mueres por ver como todo cambia y las lunas de junio se tornan a tu favor.
Pero hoy no.
Pero esta vez ya no.
Recoge tus cosas, es tiempo de irse, camina sin rumbo, sin sentido. Camina y aléjate de una vez.
Construye tu vida a cientos de kilómetros donde no puedas ver lo feliz que estoy siendo.

Paz.

Píllanos mirándonos.
Diciéndonos todo lo que callamos con las pupilas.
Míranos, mientras no sabemos hacer otra cosa que desear que el mundo siga parado.
Porque estamos rotos en dos.
Desarmados y muy en paz.
Porque estamos siendo libres.

Otras su caída.

Estoy enjaulada y muy cansada.
Me apetece ser río, cascada, amanecer y cielo azul.
Me apetece ser.
Dejame ser.
Me he sentido el pájaro más libre de la mañana, hasta que ha llegado el maldito mayo.
Abril...y la luz de la luna. Abril y sus flores.
Te odio, me odio y no he odiado más en la vida.
Acaba y dejame en libertad acaba y dejame ser caída.