Hay veces, en las que lo queremos decir todo y no decimos nada, en las que nuestros pensamientos están gritando y por nuestra boca solo sale un frágil suspiro, de debilidad, de derrota.
Hay instantes, que te marcan para bien o para mal pero que simplemente te dejan huella algo difícil de borrar, y que decidimos cubrir y olvidar, eso creemos, lo tenemos escondido, y un día lo destapas y sigue ahí, tiene la misma forma, y el mismo dolor solo que ya te habías acostumbrado.
Hay momentos que decides ocultar a los ojos, aunque en tu mente estén repetidas veces, tu cara no refleja ni de lejos, lo que esa cabeza no deja de darle vueltas.
Y decides volver a cubrirlo, a hacer que no duele, que no molesta, que no llora en silencio, incluso vuelves a olvidarla.
Todo así parece sencillo, sonríes, sigues con tu vida, pero se vuelve a destapar, y la herida sigue allí, vuelves a recordarlo todo, y de nuevo otra puñalada, te dice que no todo va tan bien como intentas aparentar, como tus ojos hacen ver, y como tu misma intentas ver.
Pero otra vez cayendo en el mismo error lo tapas en vez de curar la herida de una vez por mucho que duela, la vuelves a tapar.
El tiempo pasa, y ocurre repetidas veces lo mismo, sigues haciendo como si nada, cuando en realidad ocurre todo.
Sabes que al final todo se va a desvanecer, que la herida se habrá hecho mas grande por no curarla a tiempo, lo sabes, pero no has hecho nada para evitarlo, y entonces te das cuenta de que probablemente ya no haya marcha atrás
No hay comentarios:
Publicar un comentario