jueves, 4 de septiembre de 2014

La cruda realidad.

Cuando la luna triste ondeo el cielo las lágrimas caían dejando un surco, un camino que refleja su presencia, su dolor.
La miró, miro la luna allí arriba tan brillante como apagada. Ella sentada en la repisa de su ventana, cerró el cristal y con ello cortó la pequeña brisa que anunciaba la venida de la primavera, las noches habían dejado de ser tan frías, pero para ella nada había cambiado, dentro el hielo quemaba, llovía a mares tanto que calaba la sonrisa, sonrisa rota. Se metió en la cama soñando con despertar, con despertar entre ilusiones, ganas y sentimientos vivos, que ya mucho tiempo llevaban marchitos.
Ya hace un largo tiempo que la vida habría dejado de ser vida.
Los pedazos de lo que un día fue están esparcidos por toda su vida, no dejando a nadie entrar, ya que cortaba, helaba. Las noches pasaban , ¿desde cuando? Desde cuando el tiempo se había dedicado a pasar, mientras ella agotada, le retiraba la mirada.
Amarga existencia aquella que duras penas era llevadera, ¿quien merecia aquella condena? La cruel condena de la desesperacion, el olvido y la nostalgia.
Consiguió dormir, consiguió soñar, tocar la felicidad y huir de la realidad, hasta otra noche.

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