lunes, 27 de marzo de 2017

En tu vida.

No sé realmente si hemos aprendido a querernos o son rachas de viento.
Por no saber no sé si quiera si cuando te despiertas piensas en mí o si tu mirada es sincera.
Y es que cada cinco días se cae una gota al vaso, le llena e intento ver a través de el.
No sé que día de la semana es el adecuado para llorar porque todos lloramos un día de la semana. Una semana, que no hace más que volver y decirme que la primavera a llegado y que las flores están saliendo de nuevo. Como en verano, sin mi. No sé si te acuerdas. Pero era bonito ver los atardeceres siendo ya la más bonita del jardín.
Porque no sé si hemos aprendido a cantarle a la vida o es que cada día me aferro más a que quiero ser feliz, porque no sé si me estoy mintiendo en verso o en prosa pero tú no eres quien creo que éramos, porque yo me convertí en ti y jugué por los dos pero ahora por caminos separados unidos por un enorme lazo que nos hace permanecer unidos aún sin ser capaces de mirarnos.
Porque creo que ni tan si quiera has entendido por el momento que los sentimientos no se pueden medir ni calcular que la amapola que florece en un campo de margaritas no se puede cortar y se debe cuidar. Peor que eso, peor es ella y ellas y todas aquellas flores que quisieron quitarla terreno y que allanaste. Que no es por mi, ni por el verano ni por la lluvia.
Pero merece estar en medio merece tener la atención del sol, aunque solo sea en primavera.
Tú ya me entiendes que deberíamos haber aprendido a llevar esto, pero no se puede cambiar por dónde sale el sol ni por dónde sales tú. Puede cambiar la temperatura puede que sea más cálida pero el lugar va a ser el mismo, por mucho refugio que me quiera buscar para cuando vuelva a hacer calor. Pero me vuelvo a repetir lo mismo y esta vez definitiva quizá llegue verano y vuelva a florecer, pero sin ti.

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