Te diste cuenta de las cosas.
Y las dejaste apartadas en un rincón como si por hacer que no existían fuesen a desaparecer.
Y aquí estoy dándome de cabezazos contra la misma pared de siempre.
La misma tonta de siempre envuelta en el mismo mar de dudas.
Todo está como siempre patas arriba.
Y siempre y siempre.
Hasta que es nunca,
y se acabe.
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