"Aún resuena el eco de tu voz desdibujada
yo haciéndome el sueco y tú en la montada.
Cerrando la guardia, golpeando al muñeco
la cara morada y en el alma, un hueco.
Y si nada importara, serías mi prólogo
¿cómo cuento al micrófono la sensación de ahogo?
Que retienen mis párpados, faros prolongados en la costa
apuesta que no lo hice aposta.
Que siento un amor gigantesco por las hojas en blanco
en cuanto me estanco, debo acudir a ellas.
Porque ellas traen algo que siempre me faltó
que tú me das tanto, pero así no me llenas.
Dices, "No hay espacio para las dos"
yo te digo, "Aquí cabemos más de tres".
Viví en tu palacio llenos de trastos
sé que estoy dejando que me trastees.
Y a gusto los bastos pintaban realismo
a veces me ensimismo encerrado en mí mismo.
Aparece un abismo y parece que no seas la primera
nada que ver con que ya no te quiera.
Y si ibas a estar en mi malestar, ¿qué haces?
si vas a saltar del barco, al menos avisa.
Te tiro mi camisa al mar, y hacemos las paces
para improvisar una última sonrisa. "
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