Desde que te fuiste solo ha habido días grises. En los que el cielo amenazaba con romperse de norte a sur y mi pecho ansiaba un un hueco donde refugiarse.
A veces se quebraba y entre las nubes podía observar la silueta de tu cuerpo invitandome a salir.
He buscado tu besos en ochenta bares que olian a la marcha aquella noche, marcha fúnebre.
He encontrado tus manos en mi cintura, casi borradas pero bordadas.
Y tus ojos reflejados en los míos, se avecina tormenta.
Somos a veces el vuelo de un pájaro, otras su caída. Que a ti te da lo mismo y a mi ya no me importa.
viernes, 12 de febrero de 2016
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