Empece a recordarte...
Olías a sal, sabias a sal, cada pedazo de tu suave y tersa piel, se iba levantando pedazo a pedazo cuando mi mano derecha comenzó a acariciarte, se te erizaba la piel, estaba morena, muy marcada.
Tus ojos se clavaron en mi, azul, como aquel enorme mar que teníamos enfrente, me bañe en ellos, incluso me perdí, eran un propio océano dentro de ti.
Maravillas, maravillas tus clavículas, las besaba, besa a tu lunar en la clavícula derecha.
Note tu respiración aceleradas tu torso subía y bajaba a gran velocidad.
Comencé a acariciarte la nuca, el pelo, ese intenso y rubio pelo, te fuiste calmando poco a poco, tu respiración volvía a su curso, despeine tu pelo, tu pelo no olía a sal, olía a limón, conecta a perfectamente con tu color, siempre perfectamente peinado, pero dejo entonces que le despeinara, de nuevo, me miro a los ojos, le bese la nariz.
Entonces fue cuando sonrío, deje de responder, de hablar e incluso de pestañear, por un momento no respire.
Su sonrisa.
Estoy segura de que uniría mundos, pararía guerras, salvaría corazón es mentes.
Estoy segura de que su sonrisa me salvo.
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