Ahora sí.
Entonces excusas.
Y gritaba y lloraba.
Era extraño, me sangraban las palmas de las manos de agarrar la cuerda y no sostenía nada.
Y sentía que caía y me rompía.
Era tenue la sensación de quemazón cada vez que me equivocaba sin querer, sin razón, sin culpa.
Y se escondía y no vivía.
Era una salida de emergencia, fue un salvavidas.
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